Más de la mitad (52%) de las ofertas de empleo publicadas en Estados Unidos no piden una titulación mínima para acceder al puesto. De hecho, solo un 17,8% exigen tener al menos un título universitario, su mínimo histórico. Este descenso responde a una apuesta por la contratación basada en competencias y no en diplomas académicos para reducir la sobrecualificación. La pregunta es: ¿funcionaría una estrategia similar en España?
España es el mercado laboral de la Unión Europea con la mayor tasa de trabajadores con una titulación universitaria (diplomatura o superior) que ocupan puestos por debajo de su cualificación, lo cual repercute entre otros problemas, en salarios más bajos. También es el cuarto peor situado en el ránking de la OCDE, por detrás solo de Corea, Canadá y México, y seguido con una diferencia de apenas tres décimas por Estados Unidos.
No es el único paralelismo. Solo el 38% de los activos estadounidenses tiene una titulación superior, frente al 44% de los españoles, aunque estos últimos suponen el 46% de los ocupados y solo el 27% de los parados. El quid de la cuestión sigue siendo que más de un tercio de ellos están sobrecualificados.
No pocos analistas achacan este desencaje a una ‘inflación’ de universitarios en las últimas décadas que el mercado laboral no logra absorber porque muchos currículos académicos no se diseñan teniendo en mente las necesidades de las empresas, amén de que en muchas ocasiones responden más a intereses burocráticos que profesionales. La estrategia para resolverlo pasa por reforzar las titulaciones medias, y en especial la formación profesional.
El plan de Estados Unidos
Pero Estados Unidos sigue una hoja de ruta muy diferente para resolver el problema. Desde 2017, tanto las empresas como las administraciones federales han lanzado una apuesta para centrarse en las ‘competencias’ a la hora de contratar y eliminar los requisitos de titulación universitaria. Una tendencia que se inició antes de la pandemia pero que se ha acentuado en los últimos años.
Según revela Cory Stahle, economista de Indeed en un reciente estudio publicado por el metabuscador de ofertas de trabajo, los “requisitos educativos formales” han desaparecido del 52% de las ofertas de trabajo publicadas, respecto al 48% que anotaban en 2019. Más intenso ha sido el retroceso en los que se refiere a los títulos universitarios, que han pasado de rondar el 21,5% hace cinco años al 17,8% a inicios de 2024.
La idea de que las empresas recluten a los trabajadores con las competencias más ajustadas para el empleo, sin importar su título académico, resulta comprensible en un país en el que abandonar una carrera no está tan mal visto como en España –de hecho, es el camino que siguieron grandes empresarios considerados ejemplos de éxito–.
Este enfoque abre la puerta a más profesionales, que saben hacer el trabajo y tienen la experiencia adecuada, para que no se vean lastrados por unos requisitos académicos que muchas veces no responden a las necesidades reales del puesto. Pero también desincentiva un exceso de oferta de universitarios y titulados superiores.
Sobre todo en un momento en el que, además, muchas empresas denuncian una falta de mano de obra que también atribuyen, en buena parte, a la sobrecualificación. Un estudio de LinkedIn plantea que, si la selección de trabajo se orientara a las competencias y no a los títulos, las empresas verían multiplicarse por 11 los candidatos disponibles. En Estados Unidos este múltiplo se eleva a 19.
El análisis de Indeed deja claro que hay límites a este enfoque de la contratación basada en competencias. Según Stahle, “es improbable que los requisitos educativos desaparezcan en ámbitos como la sanidad y la ingeniería”, que exigen muchos conocimientos y aptitudes correspondientes a un nivel formativo superior a la secundaria. Aunque factores como la inteligencia artificial empiezan a hacer borroso este límite.
¿Hacia una polarización del empleo?
Uno de los ejemplos de los defensores de este cambio de enfoque en la selección de personal está en el hecho de que la IA empieza a extender su uso profesional más rápido de lo que los currículos académicos pueden incorporarla. Cribar a los candidatos por no disponer de un título es la forma de perder el talento adecuado. El propio informe de Indeed revela que los sectores más expuestos a la IA generativa están en el sector tecnológico (programadores, ingenieros…) y son los que más demandan titulaciones superiores. Aunque también los que más han reducido su peso en sus vacantes en los últimos años.
Pero este caso sirve también para ilustrar las dudas que genera este enfoque centrado en competencias: que los titulados acaben en puestos con peores sueldos de los que les correspondería por su nivel académico. Una cuestión que preocupa especialmente en España, por su efecto ‘polarizador’ en los empleos. Es decir, que la tecnología solo cree empleo en los espectros mejor y peor cualificados, mientras lo reduce en las franjas intermedias.
Aunque Indeed no ha analizado datos para España, sí lo ha hecho Adecco, que en XXVI Informe Infoempleo Adecco sobre Oferta y Demanda Laboral en España, publicado el pasado otoño, estimaba que el 34,7% de las ofertas de empleo demandan candidatos con FP, frente al 39,2 que demandan un título universitario. Eso sí, al contrario que en Estados Unidos, la gran mayoría de las vacantes demandan una titulación específica, aunque sea ESO o Bachillerato.
¿Qué impacto tienen ambas estrategias en la sobrecualificación? ¿Cuál es la que funciona? Si analizamos la evolución de las estadísticas que recoge la OCDE, el tiempo parece estar dando la razón al enfoque estadounidense. Aunque mantiene una tasa similar a la de España, ha conseguido reducirla en 3,4 puntos porcentuales en la última década, mientras en nuestro país se ha incrementado en 6,8 puntos.
Aunque hay que tener en cuenta que variación acumulada en una década recoge el impacto de la crisis financiera y de deuda, la pandemia y múltiples reformas educativas y laborales en ambos países, así como la evolución tecnológica que también ha disparado las opciones de formación alternativa a la académica. Son factores que influyen seguramente más que la aparición o no de los requisitos académicos en las ofertas de trabajo, aunque esto último sí revela dos enfoques muy diferentes a la hora de gestionar un mismo problema que aqueja con intensidad similar a Estados Unidos y a España.